Los hijos y las crisis financieras
Por Yaritza Santiago Caraballo para La Revista de ENDI.COM
Cuando sus padres le anunciaron que lo cambiarían a una escuela pública para poder ahorrar dinero ante la precaria situación financiera que vivía la familia, Gabriel, de 15 años, se sintió inundado por la tristeza, el miedo y la renuencia al cambio.
Milagros Meléndez, madre del joven, sostuvo que la familia mantuvo por años una vida holgada. Pagaban cómodamente las cuotas del colegio de sus tres hijos adolescentes, y salían en familia al cine y a comer varias veces al mes.
Pero en el 2006, su esposo perdió uno de sus dos trabajos y el dinero no alcanzó para las cuentas. “Si pagaba el colegio no podía pagar el carro, y si pagaba el carro no podíamos pagar el colegio”, relató la mujer, quien trabaja en una oficina médica.
Urgió hacer ajustes económicos, por lo que notificaron a sus hijos que reducirían las salidas y que los dos varones iban a estudiar en una escuela pública. “El grande lo entendió, pero el menor se puso bien reacio porque sentía que iba a dejar sus amistades de toda la vida. Pero era un ajuste que llevábamos tiempo pensando hacer, porque las cosas no estaban saliendo bien”, apuntó.
El diálogo fue esencial para que el jovencito pudiera superar la situación. “Tuvimos que trabajar con él poco a poco, hablarle que iba a estar en una escuela muy buena donde iba a conocer otras personas y hacer nuevos amigos, pero que también seguirá compartiendo con los amiguitos que había conocido antes”, dijo Meléndez. El esfuerzo rindió frutos, pues el joven se acopló en pocos días a la nueva escuela, donde estudia hace ya dos años.
Y lo mejor de todo es que él también contribuye a minimizar los gastos de la familia, al vender gorras y camisas que él mismo confecciona.
Crece la inestabilidad emocional
Según expertos consultados por LaREVISTA ENDI, la inestabilidad emocional familiar, especialmente en niños y adolescentes, es cada vez más palpable en muchos hogares durante este período de recesión económica, donde por tercer año escasean el dinero y el empleo.
La tasa de desempleo ya alcanza el 13% y podría aumentar con el inminente despido de más de 30,000 empleados públicos, como parte del plan del Gobierno para ayudar a reducir el gasto gubernamental y el déficit de $3,200 millones.
Para lidiar con la presión, frustración o miedo que viven las familias, la consejera sicológica familiar Glorisely Ortiz recomienda el diálogo como herramienta fundamental para aliviar esta tensión.
“Es sumamente importante poner al tanto a los hijos de lo que está sucediendo. Ellos captan y absorben lo que ven por televisión, la radio y lo que escuchan de otros adultos y compañeros. Si los padres prefieren callar, los hijos pueden sentirse culpables por lo que está pasando en la familia”, sostiene.
Para Wanda Ucci, de Naranjito y con ocho meses de embarazo, no fue fácil explicarle a sus hijos de 4 y 7 años por qué no tendrían este año una gran fiesta de cumpleaños. A su esposo le redujeron las horas de trabajo en una empresa de construcción y en vez de trabajar cinco días a la semana hoy sólo trabaja un día.
“Yo tengo el problema de que el cumpleaños de los nenes es bien cerca uno del otro. Yo les dije que como no había muchos chavitos no podía hacerles una fiesta, pero que cuando diera a luz les iba hacer algo. Y lo entendieron”, afirma Ucci. Agrega que a veces le cuesta trabajo manejar los corajes del hijo menor cuando no puede complacerle en sus gustos como solía hacerlo antes.
Callar es peor
Según el sicoanalista Alfredo Carrasquillo, dialogar con los hijos sobre el tema de crisis no es una tarea complicada si se sabe cómo hacerlo. Resaltó que el problema de muchos padres es que callan por temor a las reacciones de angustia y coraje de los hijos, y no saber manejar las suyas propias.
“Es falso decir que ‘no quiere hablar de la crisis porque quiere proteger al niño’. La realidad es que a muchos padres, especialmente los que están en riesgo de perder el empleo, el tema les angustia y no quieren aceptarlo”, sostiene Carrasquillo, quien señala que el no hablar del tema aumenta la tensión familiar.
Esto, por ejemplo, provoca que los hijos adolescentes se tornen rebeldes y no quieran ir a la escuela, y los niños se orinen en la cama o exploten con rabietas. “Todo el mundo estalla a la menor provocación y eso afecta la relación familiar”, dice.
Cómo dialogar con los hijos
Muchos padres se preguntarán cómo hablar con los hijos sobre la crisis económica.
El primer paso es estar calmado. “Hay que manejar las emociones frente a los hijos”, dice Ortiz. “No podemos hablarles con ansiedad, porque una de las lecciones que aprende el niño o el joven es cómo mantener la calma ante la situación difícil. En la medida que mantengamos la calma, que no es fácil, podremos tomar decisiones con claridad”.
Ser honestos y concretos sobre la situación que enfrenta la familia es otro consejo que da Vivian Fortuño, gerente general de Careers Transition, empresa que orienta a empleados desplazados. No obstante, dijo que los padres tienen que elegir las palabras correctas al comunicar.
Comentarios como “podría perder mi empleo” o “¡no podemos costear eso!” son preocupantes para los hijos. Por eso, hay que ofrecer palabras tranquilizadoras y más positivas como “tenemos suficiente dinero para pagar la comida y nuestra casa”, “tenemos que gastar menos en comer fuera”.
“Las personas desplazadas tienen que explicar a los hijos que debido a la situación económica su puesto de trabajo se eliminó, pero que lo están ayudando, y que tienen apoyo para explorar oportunidades. No es decirles: me quedé sin trabajo, me botaron”, dijo Fortuño, al destacar que uno de los miedos principales de muchos niños y adolescentes es perder su hogar o no ir más a la escuela.
Los entrevistados destacaron que hablarle a un niño no es igual que a un adolescente. Con los niños, la explicación debe ser breve y sencilla.
Luz Méndez, de Caguas, lo hizo con su hija. Cuando la niña tenía cinco años, vivían en Aguadilla y como el esposo fue despedido de una empresa, sólo consiguió trabajo en el área metropolitana. No pudieron mudarse todos, por lo que el padre estuvo un mes fuera del hogar, algo que la niña no entendía.
“Ella preguntaba por qué su papito no estaba con ella en la casa. Fue bien triste porque lo extrañaba. Le dije que como en el trabajo de papá se acabaron los chavitos, papá ya no tenía trabajo. Pero que él encontró un lugar donde podía conseguir esos chavitos para seguir pagando la casa, y pagarle la escuela”, señaló Méndez, quien agregó que aunque no fue fácil, la niña lo asimiló.
El dialogar con un adolescente puede resultar un poco complicado, según el sicoanalista Carrasquillo, pues están en la etapa en que todo lo cuestionan, en comparación con los niños, que creen todo lo que el adulto les dice.
“Si es necesario, los padres pueden presentar a los jóvenes la evidencia de que los gastos del hogar están más altos y los ingresos no están a la par. El padre le puede decir: ‘suma tú mismo, no dan los chavos. Hay que recortar por aquí hasta que las cosas mejoren’”, señaló Carrasquillo.
Agregó que el problema actual es que hay muchos padres “alcahuetes” que no lo conversan y dejan a los hijos despilfarrar el dinero con la excusa de que no quieren que pasen las necesidades que ellos vivieron cuando jóvenes.
Hacer partícipes a los hijos de la conversación y escuchar sus interrogantes es otro consejo que dan los expertos, pero advirtieron que los padres no deben hablar con posibilidades sino con certezas.
“Si como padre no tengo claro que nos mudaremos de casa, no le voy a decir a mis hijos que nos vamos a mudar”, señaló Ortiz. “Cuando el padre esté seguro que así será, le puede decir al hijo: ‘por lo que hablamos anteriormente hemos tenido que tomar decisiones y como eres partícipe de la familia nos vamos a mudar’”, apuntó.
Otra recomendación es involucrar a los hijos en encontrar maneras para ahorrar dinero. Si son niños, que no pueden trabajar ni traer dinero a la casa, los puede orientar sobre cómo gastar menos en agua y energía y la importancia de reciclar.
Eso hizo Marisel Colón, de Trujillo, Alto con sus tres hijos de entre seis y 21 años, la última con necesidades especiales.
“Les indiqué que para bajar los gastos de luz no podíamos prender el aire acondicionado, sino usar abanicos. Además, la niña más pequeña, que le gusta pedir mucho, está aprendiendo cómo ahorrar”, resaltó.
Colón agregó que la niña, a quien le gustan los juegos de vídeo PSP, es de las que “patalea y llora” cuando no le compran cosas, por lo que tuvo explicarle en una forma sencilla la realidad económica.
“En el momento que pide le digo en un vocabulario sencillo que las cosas están más caras y que el dinero no es suficiente para comprar lo que quiere. También le enseñé que del dinerito que le doy para la escuela eche una parte a la alcancía para que ahorre y compre lo que le quiera, y así lo ha hecho”, manifestó.
Explicar el plan financiero de la familia, si tiene uno, también es crucial. El padre puede dar detalles específicos o generales, lo importante es dejarles saber que hay un plan para sobrepasar la crisis, según Jorge Cardona, gerente de operaciones de Consumer Credit Counseling, entidad que ofrece asesoría financiera gratuita.
Si no cuenta con un plan, dijo, existen entidades como ésta que lo orientan. La empresa tiene siete oficinas a través de la Isla donde educan al ciudadano sobre el manejo de sus finanzas personales y ayudan a establecer estrategias para que pueda cumplir con sus responsabilidades y conocer sus derechos.
Mantener la comunicación abierta con los hijos y los lazos de amor también es esencial. “Que a pesar de la situación mantengan la rutina y que no falten los besos ni los abrazos”, sostuvo Ortiz, quien además recomienda a las familias buscar alternativas que sean gratis o menos costosas para poder compartir y reforzar esa relación.
De hecho, las familias entrevistadas lo pusieron en práctica.
“Aunque ya no salimos mucho al cine, vemos películas DVD en la casa”, dijo Meléndez, de Bayamón. “Como no puedo quedarme en un hotel, nos vamos un fin de semana a la casa de mi hermana en Quebradillas donde los nenes pueden disfrutar de la playa”, sostuvo Méndez, de Caguas. “Yo doy una vuelta por San Juan con los nenes y nos llevamos nuestras botellitas de agua”, señaló Colón, de Trujillo Alto, quien aconseja a todos los padres mantener el diálogo, pues eso fomenta la unión familiar, “y en estos tiempos difíciles todos tenemos que estar unidos”.
Referencia:
Santiago Caraballo, Y. (2009). Nuestros hijos ante la crisis. Recuperado el 22 de marzo de 2009, de http://www.elnuevodia.com/nuestros_hijos_ante_la_crisis/547466.html
Cuando sus padres le anunciaron que lo cambiarían a una escuela pública para poder ahorrar dinero ante la precaria situación financiera que vivía la familia, Gabriel, de 15 años, se sintió inundado por la tristeza, el miedo y la renuencia al cambio.
Milagros Meléndez, madre del joven, sostuvo que la familia mantuvo por años una vida holgada. Pagaban cómodamente las cuotas del colegio de sus tres hijos adolescentes, y salían en familia al cine y a comer varias veces al mes.
Pero en el 2006, su esposo perdió uno de sus dos trabajos y el dinero no alcanzó para las cuentas. “Si pagaba el colegio no podía pagar el carro, y si pagaba el carro no podíamos pagar el colegio”, relató la mujer, quien trabaja en una oficina médica.
Urgió hacer ajustes económicos, por lo que notificaron a sus hijos que reducirían las salidas y que los dos varones iban a estudiar en una escuela pública. “El grande lo entendió, pero el menor se puso bien reacio porque sentía que iba a dejar sus amistades de toda la vida. Pero era un ajuste que llevábamos tiempo pensando hacer, porque las cosas no estaban saliendo bien”, apuntó.
El diálogo fue esencial para que el jovencito pudiera superar la situación. “Tuvimos que trabajar con él poco a poco, hablarle que iba a estar en una escuela muy buena donde iba a conocer otras personas y hacer nuevos amigos, pero que también seguirá compartiendo con los amiguitos que había conocido antes”, dijo Meléndez. El esfuerzo rindió frutos, pues el joven se acopló en pocos días a la nueva escuela, donde estudia hace ya dos años.
Y lo mejor de todo es que él también contribuye a minimizar los gastos de la familia, al vender gorras y camisas que él mismo confecciona.
Crece la inestabilidad emocional
Según expertos consultados por LaREVISTA ENDI, la inestabilidad emocional familiar, especialmente en niños y adolescentes, es cada vez más palpable en muchos hogares durante este período de recesión económica, donde por tercer año escasean el dinero y el empleo.
La tasa de desempleo ya alcanza el 13% y podría aumentar con el inminente despido de más de 30,000 empleados públicos, como parte del plan del Gobierno para ayudar a reducir el gasto gubernamental y el déficit de $3,200 millones.
Para lidiar con la presión, frustración o miedo que viven las familias, la consejera sicológica familiar Glorisely Ortiz recomienda el diálogo como herramienta fundamental para aliviar esta tensión.
“Es sumamente importante poner al tanto a los hijos de lo que está sucediendo. Ellos captan y absorben lo que ven por televisión, la radio y lo que escuchan de otros adultos y compañeros. Si los padres prefieren callar, los hijos pueden sentirse culpables por lo que está pasando en la familia”, sostiene.
Para Wanda Ucci, de Naranjito y con ocho meses de embarazo, no fue fácil explicarle a sus hijos de 4 y 7 años por qué no tendrían este año una gran fiesta de cumpleaños. A su esposo le redujeron las horas de trabajo en una empresa de construcción y en vez de trabajar cinco días a la semana hoy sólo trabaja un día.
“Yo tengo el problema de que el cumpleaños de los nenes es bien cerca uno del otro. Yo les dije que como no había muchos chavitos no podía hacerles una fiesta, pero que cuando diera a luz les iba hacer algo. Y lo entendieron”, afirma Ucci. Agrega que a veces le cuesta trabajo manejar los corajes del hijo menor cuando no puede complacerle en sus gustos como solía hacerlo antes.
Callar es peor
Según el sicoanalista Alfredo Carrasquillo, dialogar con los hijos sobre el tema de crisis no es una tarea complicada si se sabe cómo hacerlo. Resaltó que el problema de muchos padres es que callan por temor a las reacciones de angustia y coraje de los hijos, y no saber manejar las suyas propias.
“Es falso decir que ‘no quiere hablar de la crisis porque quiere proteger al niño’. La realidad es que a muchos padres, especialmente los que están en riesgo de perder el empleo, el tema les angustia y no quieren aceptarlo”, sostiene Carrasquillo, quien señala que el no hablar del tema aumenta la tensión familiar.
Esto, por ejemplo, provoca que los hijos adolescentes se tornen rebeldes y no quieran ir a la escuela, y los niños se orinen en la cama o exploten con rabietas. “Todo el mundo estalla a la menor provocación y eso afecta la relación familiar”, dice.
Cómo dialogar con los hijos
Muchos padres se preguntarán cómo hablar con los hijos sobre la crisis económica.
El primer paso es estar calmado. “Hay que manejar las emociones frente a los hijos”, dice Ortiz. “No podemos hablarles con ansiedad, porque una de las lecciones que aprende el niño o el joven es cómo mantener la calma ante la situación difícil. En la medida que mantengamos la calma, que no es fácil, podremos tomar decisiones con claridad”.
Ser honestos y concretos sobre la situación que enfrenta la familia es otro consejo que da Vivian Fortuño, gerente general de Careers Transition, empresa que orienta a empleados desplazados. No obstante, dijo que los padres tienen que elegir las palabras correctas al comunicar.
Comentarios como “podría perder mi empleo” o “¡no podemos costear eso!” son preocupantes para los hijos. Por eso, hay que ofrecer palabras tranquilizadoras y más positivas como “tenemos suficiente dinero para pagar la comida y nuestra casa”, “tenemos que gastar menos en comer fuera”.
“Las personas desplazadas tienen que explicar a los hijos que debido a la situación económica su puesto de trabajo se eliminó, pero que lo están ayudando, y que tienen apoyo para explorar oportunidades. No es decirles: me quedé sin trabajo, me botaron”, dijo Fortuño, al destacar que uno de los miedos principales de muchos niños y adolescentes es perder su hogar o no ir más a la escuela.
Los entrevistados destacaron que hablarle a un niño no es igual que a un adolescente. Con los niños, la explicación debe ser breve y sencilla.
Luz Méndez, de Caguas, lo hizo con su hija. Cuando la niña tenía cinco años, vivían en Aguadilla y como el esposo fue despedido de una empresa, sólo consiguió trabajo en el área metropolitana. No pudieron mudarse todos, por lo que el padre estuvo un mes fuera del hogar, algo que la niña no entendía.
“Ella preguntaba por qué su papito no estaba con ella en la casa. Fue bien triste porque lo extrañaba. Le dije que como en el trabajo de papá se acabaron los chavitos, papá ya no tenía trabajo. Pero que él encontró un lugar donde podía conseguir esos chavitos para seguir pagando la casa, y pagarle la escuela”, señaló Méndez, quien agregó que aunque no fue fácil, la niña lo asimiló.
El dialogar con un adolescente puede resultar un poco complicado, según el sicoanalista Carrasquillo, pues están en la etapa en que todo lo cuestionan, en comparación con los niños, que creen todo lo que el adulto les dice.
“Si es necesario, los padres pueden presentar a los jóvenes la evidencia de que los gastos del hogar están más altos y los ingresos no están a la par. El padre le puede decir: ‘suma tú mismo, no dan los chavos. Hay que recortar por aquí hasta que las cosas mejoren’”, señaló Carrasquillo.
Agregó que el problema actual es que hay muchos padres “alcahuetes” que no lo conversan y dejan a los hijos despilfarrar el dinero con la excusa de que no quieren que pasen las necesidades que ellos vivieron cuando jóvenes.
Hacer partícipes a los hijos de la conversación y escuchar sus interrogantes es otro consejo que dan los expertos, pero advirtieron que los padres no deben hablar con posibilidades sino con certezas.
“Si como padre no tengo claro que nos mudaremos de casa, no le voy a decir a mis hijos que nos vamos a mudar”, señaló Ortiz. “Cuando el padre esté seguro que así será, le puede decir al hijo: ‘por lo que hablamos anteriormente hemos tenido que tomar decisiones y como eres partícipe de la familia nos vamos a mudar’”, apuntó.
Otra recomendación es involucrar a los hijos en encontrar maneras para ahorrar dinero. Si son niños, que no pueden trabajar ni traer dinero a la casa, los puede orientar sobre cómo gastar menos en agua y energía y la importancia de reciclar.
Eso hizo Marisel Colón, de Trujillo, Alto con sus tres hijos de entre seis y 21 años, la última con necesidades especiales.
“Les indiqué que para bajar los gastos de luz no podíamos prender el aire acondicionado, sino usar abanicos. Además, la niña más pequeña, que le gusta pedir mucho, está aprendiendo cómo ahorrar”, resaltó.
Colón agregó que la niña, a quien le gustan los juegos de vídeo PSP, es de las que “patalea y llora” cuando no le compran cosas, por lo que tuvo explicarle en una forma sencilla la realidad económica.
“En el momento que pide le digo en un vocabulario sencillo que las cosas están más caras y que el dinero no es suficiente para comprar lo que quiere. También le enseñé que del dinerito que le doy para la escuela eche una parte a la alcancía para que ahorre y compre lo que le quiera, y así lo ha hecho”, manifestó.
Explicar el plan financiero de la familia, si tiene uno, también es crucial. El padre puede dar detalles específicos o generales, lo importante es dejarles saber que hay un plan para sobrepasar la crisis, según Jorge Cardona, gerente de operaciones de Consumer Credit Counseling, entidad que ofrece asesoría financiera gratuita.
Si no cuenta con un plan, dijo, existen entidades como ésta que lo orientan. La empresa tiene siete oficinas a través de la Isla donde educan al ciudadano sobre el manejo de sus finanzas personales y ayudan a establecer estrategias para que pueda cumplir con sus responsabilidades y conocer sus derechos.
Mantener la comunicación abierta con los hijos y los lazos de amor también es esencial. “Que a pesar de la situación mantengan la rutina y que no falten los besos ni los abrazos”, sostuvo Ortiz, quien además recomienda a las familias buscar alternativas que sean gratis o menos costosas para poder compartir y reforzar esa relación.
De hecho, las familias entrevistadas lo pusieron en práctica.
“Aunque ya no salimos mucho al cine, vemos películas DVD en la casa”, dijo Meléndez, de Bayamón. “Como no puedo quedarme en un hotel, nos vamos un fin de semana a la casa de mi hermana en Quebradillas donde los nenes pueden disfrutar de la playa”, sostuvo Méndez, de Caguas. “Yo doy una vuelta por San Juan con los nenes y nos llevamos nuestras botellitas de agua”, señaló Colón, de Trujillo Alto, quien aconseja a todos los padres mantener el diálogo, pues eso fomenta la unión familiar, “y en estos tiempos difíciles todos tenemos que estar unidos”.
Referencia:
Santiago Caraballo, Y. (2009). Nuestros hijos ante la crisis. Recuperado el 22 de marzo de 2009, de http://www.elnuevodia.com/nuestros_hijos_ante_la_crisis/547466.html
Comments