El estrés en los estudiantes practicantes
En mi
práctica como educador me he topado con muchos estudiantes en estrés. Este padecimiento
está definido como una respuesta al ambiente en momentos de dificultad. Según Lazarus,
uno de los teorizantes al respecto, esto se debe a las evaluaciones que se
hacen de los entornos y tienen como consecuencia sintomatologías en el cuerpo y
mente de los sujetos. Según este experto, existen maneras adecuadas para trabajar
esto con el objetivo de disminuir los síntomas y convertir las experiencias difíciles
en beneficios.
Una de
mis tareas principales es observar estudiantes que quieren ser educadores. En
sus prácticas didácticas estos enfrentan retos que, si no se manejan de manera
adecuada, podrían generar un estrés innecesario. En las observaciones
realizadas he notado ciertas características que se podrían clasificar como factores
externos y factores internos de estrés.
Entre
los factores externos están aquellos que se refieren directamente a la profesión
en sí misma. Esto significa que el estrés que se siente se basa en aspectos técnicos
de lo que se está realizando y no necesariamente en otras variables. Un ejemplo
de estos es la cantidad de trabajo, las técnicas que se utilizan, las
relaciones con quienes participan del proceso (supervisores, estudiantes,
directores, otros), entre otros.
Como se
puede observar, es el ambiente en sí mismo quien tiende a crear esa sensación (o
como diría Lazarus: la evaluación que se hace sobre ese ambiente). Sin embargo,
en muchas ocasiones esas dificultades no existen, sino que se deben a esa percepción
que se tiene de lo que nos rodea y de las expectativas que creemos que estas
tienen de nosotros. Se podría decir que dependen de nuestras destrezas y habilidades
para poder enfrentarlas.
En cambio, los otros factores que propician el estrés son
los internos. Esto se refieren más a la manera en que nos sentimos con nosotros
mismos y con las experiencias. Un ejemplo de esto son las altas expectativas
que tenemos de nosotros ante los retos, la satisfacción que sentimos con
referente a lo que hemos hecho y la capacidad de tomar decisiones asertivas con
relación a nuestra propia individualidad.
Para poder lidiar con ambos factores es imprescindible
que los estudiantes se conozcan a sí mismos. Que sepan identificar cuáles son
sus fortalezas y debilidades en la tarea que realizan y que busquen apoyo para
poder cambiar aquellas deficiencias y oportunidades. Las prácticas laborales
son precisamente para lograr esto. No son un intento de crear miedos en los
futuros profesionales, sino una oportunidad para encontrarse y determinar los
pasos a seguir para ser un buen profesional.
Los supervisores de práctica debemos estar conscientes
de estos esfuerzos. Estuvimos en ese lugar antes de estar en el campo y es esa
experiencia la que nos permite trabajar mano a mano con el estudiante para
ayudarlo. Es nuestra responsabilidad abrir las puertas al diálogo y servir de
consejero y apoyo. Es responsabilidad de los estudiantes el atreverse a
preguntar sin miedos ni límites. Esos son los que, al final del camino, se
convierten en verdaderos lideres emotivos, creativos y asertivos.
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