La conducta impertinente (artículo)

Cada vez son más las madres y padres que se quejan de las conductas impositivas, impertinentes e invasivas que sus hijos e hijas adoptan, tanto en su hogar como en la escuela o el colegio. (Razones por las cuáles un niño puede mostrarse agresivos: Tiene que seguir las normas de educación; No puede hacer todo lo que quiere; Se siente vulnerable e inferior a los adultos; Se frustra si algo no le sale bien; No entiende las cosas que pasan a su alrededor y otros).
Si te encuentras en este grupo, hazle entender a tu pequeño que hay una autoridad por encima de él en casa y otra en su centro escolar, que son su maestra y tú quiénes deciden lo que hay que hacer en cada momento y que “eso” has decidido no admite ningún tipo de protestas. Déjale muy claro que no puede discutir ni ridiculizar lo que tú dices, porque, le guste o no, es lo mejor para él y lo que va a acabar haciendo.
Para que el niño aprenda a comportarse de forma social y adaptada, hay que ir poco a poco, enseñándole despacio. Y es precisamente nuestra falta de tiempo para hablar con él y para “escuchar” sus múltiples señales lo que hace que, a veces, no nos resulte fácil enseñarle buenos modales.
A menudo corregimos sus gritos a voces o adoptamos actitudes marcadamente autoritarias para que deje de incordiarnos. Actuar así nos parece el camino más rápido para arreglar las cosas, pero la verdad es que las empeora. ¿Por qué? Por un lado, porque el niño o la niña imita las actitudes impositivas de los padres. Y por otro, porque cuando se le consiente todo, se siente poco querido y demuestra su inseguridad contestándole mal a todo el mundo.
Aclarado esto, ¿qué modelo de actitud correcta debemos mostrarle? ¿Qué motivaciones hay que ofrecerle para que respete y conteste bien a todos?
• Acuerda con tu pareja que no van a permitir que su pequeño les siga hablando mal. Si uno de ustedes le corrige y el otro deja pasar sus impertinencias, el niño seguirá dirigiéndose a ambos sin ningún respeto.
• Cuando se le escape alguna impertinencia, recuérdale de forma apacible y serena, pero firme, que no te gusta que te hable así y que si sigue haciéndolo tendrás que castigarle.
• Si reincide, antes de retirarle alguno de sus privilegios (ver su programa favorito de televisión, salir un rato al parque a jugar con sus amigos...), dale la oportunidad de volver a explicarse, esta vez sin impertinencias, para que vea que “estás de su parte”.
• Cuando juegue con otros niños, establece turnos e insístele en que debe respetarlos, igual que hacen los demás.
• Alaba con alegría su conducta siempre que actúe de una manera respetuosa y educada con todos y recuérdale entonces que su padre y tú siempre le querrán mucho, aunque no aprueben algunas de sus conductas y tengan que reñirle por ellas. Recuerda siempre que cuanto más valores sus cualidades positivas, más conforme se sentirá consigo mismo y menos agresivo se mostrará con los demás.
Formas de desahogo
Todos los niños retienen algo de agresividad en su interior. Explícale a tu hijo que es normal que a veces esté malhumorado, enfadado o triste, pero que este malestar no debe pagarlo contestándoles mal a ustedes ni a su profesora ni a sus amigos, que son las personas que más le quieren.
Insístele en que hay alternativas menos agresivas para desahogarse, como contarte tranquilamente qué le ha pasado, dar unas carreras por el parque o buscar juntos una solución para que ese niño que le saca de quicio no vuelva a molestarle.
Por muy harta que estés de aguantar sus salidas de tono, evita ponerle el cartel de niño contestón, impertinente o maleducado. Para sentirse confiado y a gusto con el resto del mundo, y respetarlo, necesita estar plenamente convencido de que su padre y tú le quieren por encima de su comportamiento. Y estas etiquetas le transmiten la idea de que les ha defraudado, algo que incrementará su malestar interior sin motivo, puesto que no es verdad.
Táctica para los muy rebeldes
El método de la representación de papeles consiste en que la madre (o el padre) juegue con su “pequeño tirano” a imitar su reacción cuando algo le irrita: advirtiéndole que es un juego, el adulto tiene que contestarle mal y decirle algo que le duela.
Después del ensayo, debe preguntar al niño qué le parece su actuación y qué le ha hecho sentir y, más tarde, buscar juntos otras reacciones de colaboración y respeto, más positivas y agradables para todos.


Por Isabel Álvarez / El País
Tomado de: http://www.endi.com/noticia/familia/vida_y_estilo/¡chiquilla_impertinente!/215580

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